jueves, 3 de abril de 2025

Protocolos

 No era el mejor día para coger un vuelo. Con el pasaje ya embarcado y ubicado en sus correspondientes plazas como pasajeros, las palabras del comandante avisando de un retraso por culpa de las condiciones climatológicas hacía presagiar una larga espera. 

 Nada más lejos de la realidad, mientras observábamos como la lluvia arreciaba por las ventanillas, de repente el aparato se puso en marcha, iniciando una carrera frenética por las pistas de aproximación para llegar al lugar de despegue.

 Para sorpresa de todos uno de los azafatos hizo un repaso rápido de asientos, cinturones y mesillas plegadas en cada plaza antes de sentarse en su asiento asignado, saltándose el protocolo de mostrar cómo colocarse el chaleco salvavidas o qué hacer en caso de despresurización de la cabina.

 Salíamos tarde, retraso que no conseguimos vadear en vuelo, pese a las pretensiones de los pilotos. Al perder el derecho de aterrizaje por acumulación de tráfico y realizar el pertinente go around en pleno vuelo, al fín logramos tomar pista y aterrizar.

 Lluvia, turbulencias, retraso, vueltas en el cielo de mi ciudad de destino y al fin llegada y comienzo de mis vacaciones. No es la primera vez que me quedo con la sensación de coger un vuelo sin tener que haberlo hecho. Me quedo con la anécdota del protocolo fallido, de no ver el chaleco salvavidas de prueba en el cuello de uno de los empleados de la aerolínea para enseñar su modo de uso. Cosas que pasan.

 

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