Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 17 de octubre de 2023

Giróvagos y goliardos

 -No, per me nessuno che lo fa senza portare nulla sulle spalle, può dire di essere pellegrino...

 De esta guisa se expresaba mi amigo Fabio, uno de mis últimos compinches caminantes, al que conocí en Armenteira, en una de las etapas de la variante espiritual del Camino portugués, que debía llevarnos a los arenales de Vilanova de Arousa, pueblo pesquero y turístico que vió nacer a Ramón María del Valle Inclán.

 Pocas discusiones serán más acendradas que ésta, especialmente entre los que se han animado a hacerlo alguna vez. ¿Es sólo peregrino el que sigue el ritual a rajatabla y carga con todos sus bártulos y pide posada en los albergues públicos habilitados a tal efecto?;¿ No lo es también quien lo hace con portamochilas ( o taxi mochila, la terminología a tal efecto se va puliendo con el tiempo), o lo contempla como una actividad deportiva,  haciendo etapas  en bicicleta o corriendo? 

 Sin lugar a dudas todos los caminos, se contemplen como se contemplen, conducen a Santiago e implican varias cosas: disponer de un buen puñado de días para estar fuera de casa, vagando por caminos de tierra y aldeas semi-desérticas, que contrastan con la llegada a otros páramos menos solitarios y hacer un esfuerzo económico y físico, pues no es una manera de viajar al uso, con las comodidades que dan todos los medios de transporte disponibles. Sin esfuerzo, no hay recompensa.

 Dilema que me recuerda y retrotae a los hábitos peregrinos de otro tiempo, de cuando supuestamente se descubrió la tumba del Apóstol bajo el Campo de Estrellas  y comenzó una de las rutas de peregrinaje más importantes en la historia de la cristiandad. En la alta edad media, en el siglo IX, por parajes inhóspitos e inhabitados, sin más carga que una sotana o túnica y algún recipiente para beber, que la iconografía clásica nos ha vestido con forma de calabaza horadada a tal efecto. Ya por entonces podía distinguirse entre dos tipos de peregrinos: los giróvagos y los goliardos. 

 Los primeros caminantes errantes, sin mayor regla que la de caminar hasta encontrar acomodo en algún monasterio u hospital, ajenos a cualquier norma o control; Los segundos de vida vagabunda e inconexa igualmente, pero que a diferencia de aquellos, componían versos de contenido amoroso, baquírico o satírico. 

 Traslademos la disputa medieval a los tiempos presentes: si alguna persona que lea estas líneas ha sido peregrino, defina para si misma con qué modelo se siente representado. El camino es una vía espiritual de conexión íntima con uno mismo y con el entorno, con una naturaleza que se vive y disfruta como no se hace en ningún otro tipo de viaje. ¿ No es en el fondo hacer poesía?,¿ No tiene algo de errático el Camino siempre, por mucho que se planifique y se prevean las jornadas de ruta con antelación?

 Para mi todos somos peregrinos, sea cual sea la razón que impulsa a cada cual a lanzarse a la aventura. A la llegada al Obradoiro, pies y suelas arrastran el mismo polvo acumulado de días, la misma intensidad traslada al esfuerzo personal realizado, la misma emoción de ver la Catedral en toda su majestuosidad dándote la bienvenida después de tantos días de ruta.

 Igual que los musulmanes deben hacer al menos una vez en la vida peregrinación a La Meca, nosotros deberiamos plantearnos hacer alguna vez el Camino de Santiago. Sigas el plan que sigas, no volverás igual.

 

 

 

 

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