Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




sábado, 28 de marzo de 2015

Catarsis a la Intemperie


 Apenas han transcurrido unas semanas entre un acontecimiento y otro. Deben catalogarse así, porque son, al menos para mi, aspirante a bibliófilo y apasionado lector, uno de los hechos más relevantes y que más motivación otorgan al espíritu. Entregarse a una lectura enriquecedora y absorbente es uno de los grandes placeres de la vida. con mayúsculas, una de las cosas que más motivan, que más aportan, a la altura de otros pequeños placeres, que en mi caso pueden ser dar alguna de mis largas caminatas o "sufrir" las carantoñas o achuchones de algunos de los perros que hay en la familia.

 Es un hecho que vamos haciéndonos viejos, y que cada vez van quedando más lejos aquellos maravillosos años, tiempo de formación y estudios, en que un puñado de críos procedentes de todos los extremos del país encontramos en una residencia de estudiantes lugar de acomodo y estancia, creando a través de la convivencia en los meses lectivos, unos lazos afectivos invisibles que aunque muy tenues, nos hacen sentirnos partícipes de algo colectivo que se mantiene intacto con el paso de los años.

 En algunos casos se fraguaron amistades para toda la vida, en otras ese espíritu de camaradería que te hace sentirte vinculado a algo y a alguien, en todos los casos, nos permite mantenernos unidos.

 Fruto de esa unión hemos tenido conocimiento de la presentación de dos libros publicados, escritos por dos ex-colegiales del Loyola. Uno, de economía, lanza sobre el terreno un puñado de reflexiones con las que hacer frente al momento de zozobra que nos acompaña. Con "La Economía a la Intemperie", Andrés González se sitúa claramente en frente de las nuevas hordas populistas que andan recabando apoyos magros gracias a la desazón y tristeza colectivas. Y lo hace desgranando un buen número de datos contrastables que ponen a las claras que ni estamos tan mal, ni probablemente vayamos a estarlo. Obras como esta pretende popularizar el estudio y lectura de una rama multidisciplinar de la que todo el mundo habla pero de la que poca gente entiende.




 El otro libro deambula por terrenos más etéreos y mucho menos contrastables como el que pueden ofrecer ejes cartesianos y gráficas de toda índole y condición. En "Catarsis" Eduardo Gismera afronta a través de esta ficción novelada el siempre presente tema de la muerte, especulando sobre lo que hay o puede haber más allá. En un texto donde se mezclan sentimientos, reflexiones y argumentarios filosóficos, Catarsis invita al lector a aproximarse a un tema apasionante para algunos, controvertido para otros y sobre el que la inmensa mayoría pasa de soslayo, ya sea porque produce temor, o simple indiferencia: el de las denominadas experiencias cercanas a la muerte (ECM).





Tuve a bien acercarme a las presentaciones de ambas obras. las dos fueron éxito de publico y ventas. Amigos, conocidos, compañeros de trabajo, o del mundo universitario al que ambos permanecen unidos, atiborraron las sillas de los recintos donde se celebraron los eventos, comprando con fruición e interés ejemplares que en el caso del libro de economía agotaron la primera edición integra, de la que tengo a bien tener un ejemplar. Andrés, en El Corte inglés, y contando con la presencia de significativas personalidades que arroparon la puesta en escena, como la de un ex-ministro, aprovechó su intervención para hacer un repaso a su vida con la que justificar el por qué alguien como él cree necesario escribir un libro como ese. Eduardo y su editorial, prefirieron un lugar más académico y solemne, El Aula Magna de la universidad Pontificia de Comillas - ICADE. En un estilo igual de desenfadado, pero un poco más sobrio,el "pequeño Gismera", también desgranó sus particulares e intimas razones que le llevaron a sentir la necesidad de escribir un libro de estas características, siempre expuesto a la polémica por lo movedizo del suelo sobre el que inevitablemente ha de situarse una disertación de estas dimensiones.

 Ambas presentaciones aparentemente no tienen nada en común, salvo que, algunos Loyolos coincidiéramos en las dos.Sin embargo si que hay un punto de encuentro entre las dos: en el ambiente estuvieron muy presentes en espíritu dos personas que desgraciadamente ya no están entre nosotros.

 En la presentación de "La Economía a la Intemperie", pululó con una fuerza e intensidad casi indescriptibles, la figura de Rocío Orsi, coautora del libro y que desgraciadamente nos dejó a finales del año pasado  a causa de una terrible enfermedad. Responsable de la parte humanistica del ensayo de Andrés, que hace más asequible su lectura, su espíritu embadurnó la atmósfera de la sala donde nos reunimos para conocer la obra. Arrancó algún quiebro de voz en el discurso de su marido y padre de sus hijos, envolviéndonos a todos en un estado de sensibilidad que convirtió al acto intelectual y comercial en una reunión emotiva y cargada de emociones.

 No le fue a la zaga "Catarsis", con más razón si cabe, dado el contenido del texto. Con una emoción incontenible que por momentos provocó un puchero  rápidamente reconducido con las tablas de quien se gana la vida hablando cara al publico, Eduardo expuso con sencillez las razones que le llevaron a documentarse sobre un tema que siempre genera más sombras que evidencias: qué hay más allá de la muerte, apareciendo en ellas la figura de un padre fallecido a quien un hijo fuertemente unido dirige sus pasos instalado en la idea de encontrar alivio y sosiego en el entendimiento de qué puede haber más allá.

  Emotividad a raudales, cariño y presencia. Podría seguir enumerando más argumentos que destacasen la excepcionalidad de ambas presentaciones. Pero lo verdaderamente valioso fue disfrutar de momentos como estos, en que dos miembros avezados de la familia Loyola se han lazado al ruedo de la aventura editorial. Mi más sincero deseo de éxito y reconocimiento para los dos.Y que esto no termine aquí. Que siga la fiesta.

1 comentario:

  1. Gracias Domingo, creo que escribimos para poder recibir comentarios como este. Un fuerte abrazo,
    Andrés

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