Conocido en otros latitudes como jurel, es por antonomasia el pescado de la isla de Tenerife. Abundante en sus costas bañadas por el Atlántico, fue uno de los elementos básicos de la dieta de los autóctonos residentes del pequeño poblado pesquero que fue en origen en el siglo XVI, antes de pasar a ser parte de la Corona de Castilla.
Chicharro, pescado imprescindible en la mesa del tinerfeño, acompañado por una buena ración de papa bonita arrugada, aderazada con mojo de cilantro. Sus propiedades nutritivas deberían hacerlo más habitual, no sólo en la mesas del archipiélago, pese a la abundancia de espinas que implica su ingesta.
Pescadores de chicharro son los chicharreros y así lucen ahora los lugareños, empleando ese apelativo como gentilicio oficioso; no en vano el centro neurálgico de la capital, Santa Cruz, honra su imagen con una plaza y escultura, símbolos de la ciudad.
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