Hay quien cuenta sus cuitas a ChatGpt, esperando respuestas a sus dudas temores, quebranzas, desasosiegos...
Tiene gracia. En la era de la interconexión, no encontrar a nadie con quien compartir intimidades nos convierte en seres solitarios pese a estar más acompañados que nunca. Alguien me dijo alguna vez que ahora, gracias a la red nadie estaba sólo, siempre habría alguien con quien conectar.
Se ve que se equivocaba.
En qué situación debe encontrarse alguien que pide respuestas a un logaritmo; aunque está diseñado para dar respuestas certeras y ajustadas a lo que se le plantea, es una máquina, no hay sentimiento detrás de su reacción.
No hay conexion emocional real. Es una empatía de metal. No hay amor ni complicidad en la máquina. Es el camino más corto hacia la disociación de la realidad.
Seguimos avanzando en este vía de deshumanización y soledad, problema que se vive en silencio y del que sufren padecimientos muchas personas, más de las que imaginamos. Rémoras del individualismo galopante.
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