Agotadora jornada de trabajo. Parece como si la pantalla se hubiera llevado toda mi energía, succionándome de alguna manera y se hubiera llevado hacia dentro, donde paran sus circuitos, toda mi vitalidad.
Ladrón silencioso, que agota la vista y que elimina la fuerza, de manera silenciosa, cara a cara, a golpe de teclas, día a día.
Ojalá mi cactus me ayudase a combatir sus radiaciones, pero me temo que no es más que un cuento chino. Uno de tantas creencias que hay.
Sólo me queda calzarme las bambas y salir a la calle, para que los rayos del sol me ayuden a recuperar algo de la fortaleza que se me ha ido hoy. Otro mes, otro cierre, Otro septiembre. Eterno retorno.
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