Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




jueves, 1 de febrero de 2024

La boveda del juicio final

 Parece el título de una novela distópica y desde luego, no va desencaminada la primera aproximación a esa idea, ya que ese trata de un espacio creado en caso de que llegara a nuestras vidas un armagedón exterminador.

 Ubicado al norte de Noruega en el archipiélago de Svalbard, en medio de las gélidas aguas del Mar Glaciar Ártico, es el nombre con el que comúnmente se conoce a un enigmático almacén que recoge muestras de más de un millón de semillas, congeladas para mantenerlas en toda su esencia, en caso de que alguna suerte de cataclismo acabase con las formas de vida vegetal, tal y como ahora las conocemos.

 Un banco mundial de semillas, sellado y perimetrado sin que el acceso al mismo sea permitido para nadie sin autorización. Otro recinto impenetrable, como si se tratase de un Area 51 aunque sea con fines más que pacíficos, pensado para mantener la supervivencia. Seguramente no es casual su ubicación, al norte y en manos de administraciones nórdicas, siempre previsoras como ya mostraron durante la pandemia, mostrando al mundo su capacidad de atender demandas improvisadas con almacenes y silos que guardaban material médico aséptico, como las famosas mascarillas que tanto escasearon  en un principio en todas partes.

 El morbo que despierta esta clase de sitios convertiría en casi una peregrinación el número de visitas que recibiría este espacio casi virgen. El mejor sistema de preservación siempre pasa por mantener lo que sea, alejado de la mano del hombre, depredador compulsivo e insaciable, casi con su sola presencia.

 

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