Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




jueves, 15 de febrero de 2024

Nadal

 Parece que se nos ha deshinchado el globo, que el perfecto atleta, motivo de orgullo patrio y de cuya imagen nadie ponía en tela de juicio nada, se ha venido a pique. 

 Lo que raqueta le ha dado, se lo niega la lengua, ese podría ser el titular, aunque también habría que destacar alguna de sus últimas acciones, como la de aceptar colaborar como embajador de su federación de tenis, con el Gobierno de Arabia Saudí a cambio de unos desorbitantes emolumentos. 

 Del pedestal a los piés de los caballos. Dar opiniones conlleva echarte a mucha gente en contra, a cuantos no piensan igual, para empezar, aquellos que si encima merodean por las redes sociales, no tardarán en destriparte sin el menor de los miramientos. Haters, como se dice ahora, que emplean la intimidad de la tablet o el ordenador para lanzar sus andanadas sin piedad.

 Críticas por venderse a los petrodólares, al país que menos respeta los derechos humanos del mundo, críticas por dar su particular visión de los ingresos que los tenistas del circuito profesional reciben, donde la paridad debería quedar en un segundo plano, primando lo que produce cada profesional, más allá de su sexo; en este segundo aspecto, las opiniones contrarias arrecian.

 Nunca debería negársele al genio de Manacor la valentía de expresarse como crea adecuado, se lo ha ganado en la pista y es su derecho, como lo es de todos;  no debería restarle  un ápice de aprecio o admiración por su brillante carrera deportiva. Ese respeto , por supuesto, no es obstáculo para discrepar de sus opiniones o actos; particularmente me hubiera gustado que tanto él como otros deportistas profesionales tuvieran más escrúpulos a la hora de aceptar ofertas de países tan poco democráticos como éste; tampoco estoy de acuerdo en su queja sobre los premios que reciben mujeres y hombres en los torneos profesionales; el tenis femenino probablemente es uno de los pioneros en la búsqueda de igualdad en lo referente a alcanzar notoriedad y protagonismo, muy por delante de otros deportes donde la condición femenina vive en un segundo plano permanente. Cualquier iniciativa que invite a equilibrar a ambos sexos no puede ser más que correcta. Que la diferencia de ingresos venga de los contratos publicitarios privados, no de los premios en metálico que reparten los organizadores de torneos, que deben buscar abonar el espectáculo sobre la pista siempre con grandes sumas de dinero.

 Genio y figura dentro y fuera de las canchas. Una cosa parece evidente y es que, pese a su más que próxima retirada, Nadal no dejará nunca de ser centro de atención.

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