La ex- ministra de igualdad ha dejado huella con sus políticas de igualdad, tanto que varios meses después de su cese aún traen cola buena parte de sus decisiones al frente del ministerio.
Una encuesta del CIS, publicada hoy en los medios muestra un dato curioso a la par que significativo: más del cuarenta y cuatro por ciento de los hombres encuestados creen que estás iniciativas han llegado demasiado lejos y les discriminan.
Ni que decir tiene que no me siento representado en ese porcentaje.
Puede que determinadas iniciativas políticas puedan incomodar por mostrarse agresivas en las formas, que la excesiva propaganda empalague, que la falta de humildad a la hora de reconocer errores en algunas leyes, haya laminado la credibilidad de algunas iniciativas, pero la realidad queda fuera de las intenciones expresadas en el hemiciclo. La realidad es que, por ejemplo, la mujer sigue dedicando al cuidado de sus hijos el doble de tiempo que sus maridos, en una labor que por sentido común debería estar equilibrada y equiparada entre los dos progenitores.
Me llama la atención en mi trabajo cuando alguna de mis compañeras, madre, tiene que salir tarifando para ir a recoger al niño porque está malo. Tengo muchos compañeros hombre que tienen hijos de corta edad y no veo que ninguno se mueva para hacer lo propio y eso que unos cuantos tienen a su pareja trabajando con nosotros; como tampoco ninguno ha solicitado la reducción de jornada para dedicarla al cuidado de los hijos; imagínate qué dirían...
Cambian los tiempos, las generaciones pero por alguna razón hay cosas que se muestran estancadas, en demasía.
Hablo desde la distancia, indudablemente no tengo obligaciones familiares, ni compromisos de ese calibre, pero lo cierto es que creo que la percepción que muestra la encuesta es, sencillamente incierta, por no decir injusta. La igualdad del día a día y de los pequeños detalles está aún muy lejos de alcanzarse, basta con fijarse un poco. Nos comen los micromachismos y algunos otros, que no tienen nada de pequeños.
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