Trump ha ganado con claridad en el caucus que el Partido Republicano ha celebrado en el pequeño Estado de Iowa, el primero, como viene siendo tradicional en el proceso de elección de delegados que cada uno de los grandes partidos celebra, estado por estado, para obtener la nominación presidencial.
Ninguna sorpresa. Todo el mundo sabe que sólo los tribunales podrán frenar la más que probable obtención de la candidatura del partido del elefante por parte del magnate. En medio de tanta mediocridad, de tanta tensión premeditada, la parte conservadora del país tiene muy claro a quien quiere de referente en la Casa Blanca.
Falta por ver quien será el adversario, si repetirá el octogenario insulso o alguien de su séquito, visto que en las quinielas no hay espacio para sorpresas, al menos de momento. Anunciada a bombo y plantillo como vicepresidenta, nunca antes habíamos visto una segunda espada tan poco notable como intranscendente. Apuntaba maneras Kamala Harris, pero se ha quedado en agua de borrajas.
Que hablen los caucus en sucesivas fechas y que los tribunales se pronuncien; me pregunto qué pasará en el Estado de Colorado, si al final Trump es investido candidato, después de que su Corte Suprema proclamara que no es un candidato elegible en ese territorio.Puede ser toda una paradoja para los que creen que lo han visto todo.
Para terminar y a modo de curiosidad, tal y como puede verse en la Wikipedia, el término caucus procede del idioma alconquino, hablado por una de las naciones indias norteamericanas, originaria del territorio canadiense, en la que el término cau´-cau-as´u significaba reunión de jefes de tribus o consejo. Llama la atención que sea un término indígena el que denomine el mecanismo electoral que inicia la carrera electoral de la Presidencia de los EE.UU. Mucho.
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