Salvaje

 Es uno de los grandes valores que tienen para mi las redes sociales. Poder compartir material y ver el que otros comparten contigo. 

 Sigo unas cuantas páginas de fauna salvaje, especialmente en Facebook donde en una, por ejemplo, empleados de un zoológico juegan con cocodrilos de todos los tamaños. Acostumbrados a la presencia humana, se aproximan mansos a recibir un trozo de pollo como golosina, como si fueran mascotas domésticas al uso.

 Quizá porque veo a estos animales en una pose que no es la suya, el otro día me impactó muchísimo ver cómo un cocodrilo gigante enganchaba por la cabeza a un leopardo que se acercó a las aguas de una ciénaga buscando agua para beber. Sorprendido en su intento de hidratarse, en apenas unos segundos se vio arrastrado al fondo de la balsa de agua, donde muy probablemente llegaría ya muerto, después de recibir la tremenda dentellada que a la altura del cuello le impidió poder maniobrar para defenderse. Repentínamente esos reptiles draconianos y mansos volvieron a su auténtica naturaleza, la del estado salvaje que yo estaba obviando con estampas tiernas y dóciles.

 Da para reflexionar cómo el visionado continuado de según qué información puede llegar a abotargar nuestras entendederas.  Un cocodrilo nunca será un perro, por más que nos quieran dulcificar su imagen, de animales en cautividad que no maniobran en consonancia con su condición natural.  Con cuántas otras cosas que veo en este tipo de sitios, no me estaré creando una opinión que no se corresponde con la realidad. En guardia siempre con el espíritu crítico, sin él estamos abocados a ser simples marionetas. Como con el alcohol, mejor apostar por el consumo saludable y razonable de las cosas.