Año de avispas, año de avispas y ventiscas, dicho que ningún profesional de la climatología aceptaría de buen grado, o no al menos como conclusión de una evaluación rigurosa. Hay quien con esta afirmación refranera augura un invierno difícil, que incluso puede anticiparse a lo largo del final de este próximo mes de agosto.
Sigue gran parte de la comunidad científica en pie de guerra contra actitudes e informaciones como las que está proporcionando el joven, que está consiguiendo notariedad en redes sociales gracias a sus pronósticos sobre el clima, basados en la observación del comportamiento y hábitos de los insectos. Entomólogo aficionado por momentos, busca la manera de anticipar cómo va a desarrollarse el tiempo en las fechas venideras.
A mi todo esto me retrotae al pasado. Me recuerda a muchos días de domingo con mis abuelos, días como hoy, en que llenábamos la nevera con hielos y bebida, al tiempo que en una bolsa de hule metíamos las viandas que nos iban a servir de sustento en la jornada. Días largos de mesa plegable, partidos con la pelota interminables y excursiones por el río para bañarnos y buscar culebras.
No era infrecuente encontrar en muchas de esas excursiones a gentes del campo,pastores con su rebaño, cuya sabiduría, ajena a cualquier libro, era capaz de anticipar cómo iba a desarrollarse el tiempo el resto del día; bastaba con ver la dirección que traía el viento o mirar al cielo para asegurar si habría sol en toda la jornada o deberíamos guarecernos en el coche a salvo de un posible aguacero.
Sabiduría ancestral que siempre ha tenido mi respeto, por cierta y, lo que es más importante, ajena a cualquier tipo de notoriedad, como acontece hoy en día con este mundo narcisista en el que las redes dan voz y eco a quien no necesariamente hace méritos para ello.
Dicen que Jorge Rey, así se llama el protagonista de esta historia, supo anticipar a Filomena hace hoy algo más de dos años, cuando aún estabamos saliendo de los descalabros de la pandemía en sus peores momentos. Tiene mis simpatías pero con límite. La sabiduría sobre el terreno, puede ser un aporte adicional, pero no puede sustituir en ningún caso a la información que un satélite meteorológico puede proporcionar desde las alturas. A fin de cuentas se trata de que la correcta interpretación de los datos, nos de las pistas necesarias para antiparnos a lo que pueda venir y en climatología, con todos sus medios, eso no es tan obvio como pueda parecer.
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