Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




jueves, 27 de julio de 2023

Spacey

 La última vez que lo vi actuando en una pantalla fue en un anuncio de coches, haciendo las veces de presidente de su país al tiempo que ensalzaba las virtudes de un vehículo de fabricación francesa. De eso hace ya unos cuantos años.

 Al poco salió el escándalo, la de ser acusado de hasta diez delitos sexuales entre los años dos mil uno y dos mil trece, todos ellos en Reino Unido.

 Ayer, después de muchas sesiones y meses de instrucción, el actor de sesenta y cuatro años ha salido absuelto de todos y cada de los delitos de los que se le acusaba. El jurado, tras más de doce horas de deliberaciones, ha desestimado las pruebas presentadas contra él como elementos inculpatorios.

 Kevin Spacey el depredador sexual, como lo han catalogado algunos, trasladando a la realidad así una de sus caracterizaciones más brillates, la del asesino en serie de Seven, resulta que es un ciudadano que no se salta las normas, más allá de la de ser un ligón promiscuo, como el mismo se ha definido sin pudor alguno. Como sucede en todos los juicios, habrá quien no lo creerá inocente nunca, veridicto tradicional de los juicios populares paralelos. Pasan los años, pero sigue pululando la mojigatería cuando de acusaciones de este calibre se trata.

 Son los tribunales y sus sentencias los que, ajustados a derecho y a la verdad de las evidencias que se aportan, deben condenar o no. El daño al que se ha sometido al interpelado a lo largo de todos estos años, es algo que no podrá ser compensado de ninguna manera, ni siquiera con el veredicto de inocencia que debería permitirle continuar con su vida personal y profesional, huérfana de proyectos, ya que nadie quiere contratar a un acusado de delitos de este calibre.

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