Correos

 Ayer tarde, después de dejar el coche en el parking de un centro comercial, subiendo por las escaleras mecánicas, pasé delante de la estafeta de correos que esta empresa suele tener en todas sus sedes. Habitualmente tranquila y poco concurrida, tenía en cambio a esas horas un larga cola de personas esperando para ser atendidas.

 Con un rápido vistazo a lo que portaban los allí presentes, pude percatarme de que la mayoría de esas personas tenía en sus manos el sobre con la documentación electoral para poder votar. 

 Desbordados, ante las insinuaciones de alguno de los candidatos, sobre si se estaba haciendo lo bastante desde la dirección de Correos, cargo de asignación política,  para atender la oleada de peticiones de voto diferido, ha salido ésta a la palestra para dar explicaciones y para arrojar toda una batería de números, indicando cuántas personas se han contratado como refuerzo del funcionariado, así como la ampliación del horario de atención  al público, hasta las diez de la noche.

 Era de esperar, que la convocatoria de elecciones en periodo estival iba a producir un atasco notable en las instalaciones de un servicio que, no sólo debe atender el voto por correo y su particular burocracia. Quien no hubiera previsto esto, muy ingenuo debía de ser, visto el grado de movilización que hay en determinados sectores, ansiosos de dar su opinión en las urnas sin renunciar a la playa. Es muy probable que la participación registrada el día veintitres tenga unos porcentajes altos, apoyados por la cifra récord de sufragios que se emitirán por correo postal.

 Pese a las insinuaciones, malas previsiones y quejas en general, sirvan estas líneas para agradecer a los funcionarios del oficio postal su dedicación y esfuerzo. Mal pagados y peor reconocidos, cumplirán con su deber del mejor modo posible y ayudarán a que el próximo domingo veintitrés, este país vuelva a tener un gran día, como lo son todos en que somos llamados a las urnas para ofrecer nuestra opinión.