"Detrás de ese incendio que te mueve,
No queda ni un invierno, ni un verano,
Detrás de ese incendio, dicen, que nadie puede escapar..."
Eso dice la canción de Ana Belén, una de las más recientes y curiosamente junto a Agapimu, una de las que más me gustan de una mujer a la que la vejez no le resta ni un ápice de sensualidad y belleza.
Arde París, otra vez, con las calles llenas de una marabunta de gente protentando por la muerte de un joven a a manos de un policía. El final del tiempo gris que la cantante dice dejar de ver en su tema, está lejos de producirse en este nuevo episodio de protestas desaforadas.
La capacidad de movilización del francés medio es un acontecimiento inédito que sociólogos, psicólogos y politólogos intentan explicar en su tiempo y contexto. El éspíritu de Delacroix y La libertad guiando a su pueblo, parece estar marcado a fuego en el ADN de un pueblo belicoso y reivindicativo, que excede las posibilidades de protesta de cualquier otro de su entorno.
Las aguas volverán a su cauce. Hasta nueva orden. Retornarán las razones y argumentos que de cuando en cuando, retrotraen a la ciudad de la luz a los tiempos de La Comuna y sus barricadas. Si lo de genio y figura tiene razón de ser en alguna parte, es aquí.
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