Estreno de Nevenka, serie en tres entregas que narra el acoso de un alcalde a su concejala de hacienda. Final. Paso a El caso Alcasser, serie que rememora los aciagos acontecimientos que segaron cruelmente la vida de tres adolescentes. Los dos rememoran los tiempos de un país abonado a la tele, que se sentía juez y parte.
Dos documentales, repaso de la España de hace veinticinco años. España de sainete, capaz de convertir en circo mediático casos tan farragosos y terribles.
Hay algo de farandulero, de cotilleo incontrolable, de amor por lo morboso que nos caracteriza como sociedad. Y pasan los años y lejos de atenuarse continúa intacto. Sólo basta con echar un vistazo a la parrilla de programación televisiva y ver como los denominados programas del corazón, siguen copando los índices de audiencia. Televisión que no languidece, pese al impacto que internet tiene en los hábitos de ocio.
España que es un circo, que se apunta al lodazal como juego, que se deja llevar con espacios que no dan que pensar, que invitan a la tertulia fácil y simple.
Como si en vez de salas de estar, tuviesemos en casa una inmensa taberna, donde corren a raudales el alcohol y los torrenteras vocingleras, y no para hablar de fútbol, necesariamente. Pan y circo, pan y toros, Pan y chismorreos. Evolución de la máxima romana. Seña de indentida patría, desde Levante hasta las Canarias. Suma y sigue.
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