Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 24 de julio de 2020

Ex-presidente sin cartera

La XIV legislatura que dio comienzo con las decimoquintas elecciones democráticas celebradas bajo el amparo de la Constitución de 1978, está siendo por muchas razones una legislatura diferente. 

 Diferente porque ha permitido la formación de un gobierno que no fuese monocolor, con ministros vinculados a la lista más votada.

 Diferente porque por primera vez un partido a la izquierda del PSOE ha asumido responsabilidades de gobierno con varios ministros. 

 La coalición, ese invento que tan extendido está en buena parte de las democracias de nuestro entorno, se interpretaba aquí como algo exento de asunción de responsabilidades. A lo sumo se ceñía a la obtención de acuerdos que sustentasen mayorías parlamentarias, pero siempre dejando fuera a estos de la obtención de sillones en el consejo de ministros.

Es un paso más, en la evolución y desarrollo de una democracia que entra en la madurez, con más de cuarenta años a sus espaldas. Se mire por donde se mire es algo positivo siempre, más allá de la consideración que merezcan los resultados de esa coalición de gobierno.

 Pero esta legislatura aporta más novedades:

 Los ministros sin cartera. Presentes en política en Europa desde el siglo XIX, tienen como finalidad realizar funciones especificas designadas en el Consejo de ministros, sin que el responsable tenga que tener un cargo asignado con anterioridad. En muchos países esta figura está regulada y se establece un tope de nombramientos posibles. Es en el Reino Unido donde esta figura es más conocida y evidente por su frecuencia de uso.  

En España como todos los países, hemos tenido infinidad de ellos, pero su figura está menos perfilada y está mucho más diluída, siendo sus funciones menos evidentes, silenciándose sus movimientos y actividades con frecuencia, o derivando sus funciones a cargos en apariencia menores, como los que se recogen bajo el manto de las secretarías de Estado. Ya fuera para buscar vias de comunicación con E.T.A. o para entablar relaciones con agentes sociales en periodos como el de la Reconversión Industrial, en momentos puntuales se ha buscado esta figura aunque se la haya denominado de otras maneras.

 En esta legislatura tenemos en ese aspecto una novedad referente a esto, si bien más que hablar de ministro sin cartera, habría que denominarlo ex-presidente sin cartera. Así es como podría calificarse la figura de Rodríguez Zapatero. La figura del Ex-jefe de gobierno, tan controvertida por sus habituales salidas de tono o comentarios poco afortunados en momentos puntuales, adquiere un perfil diferente en estos tiempos que corren. Por razones tan obvias como estas:

 - Por ejercer de puente entre los dos socios de gobierno. La proximidad de Zapatero a Pablo Iglesias es tan notoria como evidente, poniendo a veces en duda si está más próximo al líder de Unidad Podemos que al Secretario General de su partido, Pedro Sánchez. Las últimas declaraciones aparecidas en lo referente al pacto de gobierno, cuya coalición ve consolidada, son una prueba de ello.

 - En la asignación de carteras. Tras la primera intentona de coalición fallida que desembocó en unas nuevas elecciones en noviembre de dos mil diecinueve, Zapatero sugirió a los mandamases del partido morado que en las negociaciones con el PSOE, solicitasen las carteras relacionadas con el area de trabajo. Hoy Iglesias es vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, y Yolanda Díaz es Ministra de trabajo.

- En el diseño de la política exterior. En temas como la cuestión de Venezuela, en la que el PSOE ha dado un giro de ciento ochenta grados desde el gobierno. De apoyar incondicionalmente a Guaidó a mantaner una posicóon equidistante y por momentos comprensiva con la administración Maduro, para contento de sus socios de gobierno. 

- En el control interno dentro de las propias filas socialistas, llamando al orden a críticos y poco satisfechos, entre los barones que presiden autonomías, ex altos cargos, y ex-presidentes como González, a los que pide lealtad al proyecto de gobierno.

- Tendiendo nuevas opciones de continuidad. Sugiriendo la incorporación de ministros procedentes de partidos independendistas a un hipotético cambio de gobierno futuro, si hubiera crisis que implicase nombramiento de nuevos ministros.

- Censurando posibles pactos con Ciudadanos, cuya irrupción considera uno de los peores experimentos de la democracia española.

 Nunca antes un ex-presidente había tenido tanta presencia, ni tanta actividad, al menos tan obvia y tan pública; tanta que hay veces que uno echa en falta oir ciertas cosas al Presidente titular. ¿Es una pantalla, una suerte de trabajo sucio que ayude a Sánchez a salir indemne de debates secundarios? No estamos acostumbrados a un liderazgo como el que ejerce el vigente Presidente del gobierno. O tal vez debamos acostumbrarnos a esta suerte de dos por uno que ha salido del pacto que sustenta al actual ejecutivo.

En cualquier caso podemos hablar de un ex-presidente sin cartera. La sombra de Zapatero es muy alargada. El PSOE es rehén de un estilo de gobierno que procede de las dos legislaturas en que ejerció la presidencia. La era del talante sigue vigente ahora como en dos mil cuatro.




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