Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




jueves, 9 de julio de 2020

El pulpo negro

 Oir hablar de Narciso Ibañez Menta obliga mentalmente a asociar ese nombre a Historias para no dormir,  colección de pequeñas tramas de estudio, que desde mediados de los años sesenta atormentaron las noches de los viernes de los españolitos de a pie, gracias a la maestría en la dirección de su hijo, Chicho Ibáñez Serrador,  en la todavía arcaica, controlada, y carente de contenidos variados televisión de este país. Pero si se escarba un poco, en la carrera profesional de este asturiano naturalizado argentino, tiene uno la posibilidad de encontrar joyas como El Pulpo Negro.

 Rodada en formato de serie bajo la dirección de Martha Reguera, se realizaron un total de trece capítulos, emitidos en mil novecientos ochenta y cinco por el Canal 9 de la televisión argentina. Con un elenco de actores donde destacan Beatriz Dia Quiroga y el mítico Oscar Ferrigno padre, la trama desarrolla la historia del proyecto de un escritor de novela negra, (Héctor de Rodas), que busca escribir una obra maestra que describa el crimen perfecto, ayudándose para ello de cuatro asesinos profesionales que asesinarán a cuatro personas escogidas al azar de un listín telefónico. Sin vinculación aparente, entre ellos, cada asesino deberá anticipar el plan de asesinato y hora del crimen y deberá dejar tras cometer el delito una tarjeta de identidad, un pequeño pulpo negro de goma junto al cuerpo del asesinado.

 Sórdida, oscura, llena de matices y giros sorprendentes que desembocan en un final apoteósico e inesperado, El pulpo negro es una obra maestra de la televisión, donde el camaleónico Narciso Ibañez Menta despliega toda su capacidad de caracterización. Sorprende que no haya sido hasta hace poco, que se decidiese recrear y actualizar esta historia con un remake que en forma de coproducción hispano-argentina y neozelandesa dirigirá Nicolas Onetti, con guión de Luis Murillo, el mismo que escribiese la versión de hace treinta y cinco años. De si es digna o no de su original, el público decidirá.




 

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