Si me paro a pensar en cuantas cosas de mi día a día tienen manufactura manual, el recorrido es corto. Todo lo compro hecho,hasta el punto de que sólo lo que sale de los fogones de la cocina podría entrar en la categoría de cosas hechas a mano, tan poco dado como soy a comprar alimentos precocinados.
En un mundo como este, de usar y tirar, es una delicia leer trabajos como el último libro de Jesús Carrasco, Elogio de las manos, Editorial Seix Barral, que ha sido galardonado con el Premio Biblioteca Breve.
Una casa en algún punto del sur de España, de la que se tiene sólo el usufructo, de manera temporal, pues antes o después, será demolida para liberar espacio para un nuevo proyecto inmobiliario y turístico, es el centro angular sobre el que se construye esta historia, personal o autobiográfica, que es un canto a la iniciativa autodidacta, al trabajo manual y artesano, como contraposición a un mundo materializado en el fondo y en las formas.
Pese a lo efímero de la estancia, el autor y su familia invierten tiempo y dinero en una casa que no es suya y que acabará desapareciendo, en lo que es una metáfora de vida, para convertirla en un sitio confortable; como la existencia misma, de la que tratamos de sacar todo el jugo a pesar de saber como sabemos, que tiene fecha de caducidad, porque algún día dejaremos de estar en este mundo.
Con un lenguaje sencillo, preciso y reflexivo que invita al lector a adentrarse en la casa como si fuese suya, Carrasco vuelve a poner de manifiesto todas las virtudes literarias que viene mostrando en todos sus textos, donde la sensibilidad a flor de piel desfila en las líneas de lectura.Deliciosa.
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