Me gusta más que la palabra castellana, que siempre tiene connotaciones perversas para mi; instalar la coletilla de buena a una bruja, es como edulcorar su condición, siempre poco benigna.
Para hablar de hechiceras prefiero hacerlo de meigas, pese al respeto que le profesan en su tierra de origen, Galicia, donde prefieren tenerlas a raya y lejos, como ya se sabe y ya dice el dicho: No creo en las meigas pero haberlas, haylas. Meigas que para mi son duchas en hechizos y en encantos, capaces de elaborar mejunjes que reparan tormentos, liquidan tristezas y eliminan la soledad.Así es como funciona mi imaginario.
Ojalá me cruzara yo con alguna, que fuese capaz de encandilarme con sus artes y manejos y andar a mi vera en esta ruta continua de caminos, de la que no me bajo desde hace tanto tiempo, toda una existencia, de hecho.
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