Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




miércoles, 2 de septiembre de 2020

Mas es menos

 Suele ser un hecho constatable que los discípulos superen a sus maestros y adquieran más notoriedad y reconocimiento gracias al hecho de que tienen más talento. Ni que decir tiene,  no siempre el talento lleva al éxito, ni se consigue reconocimiento por tener grandes méritos. Siempre hay en el aire una serie de factores y elementos que inclinan la balanza a un lado u otro, eso que Maquivelo definía como fortuna.

 En el caso que se comenta hoy aquí una vez más el aprendiz ha superado a su maestro, más torpezas de este que por méritos de su pupilo. En las recientes memorias publicadas  del ex president Puigdemont, éste comenzaba el libro comentando el proceso que le había llevado al Palau de la Generalitat desde la sede del Consistorio de Girona. Una llamada imprevista, una elección a dedo por encima de otros pesos pesados del partido y con mayor cualificación, al menos a priori, lo que Artur Mas buscaba era esencialmente la radicalidad en su delfín, alguien entregado  sin ambages a la causa, que de ese modo diera la réplica al predicador Junqueras, cuya forma de hacer política, emocional y sentimentaloide tanto ha calado en el electorado más catalanista. Equilibrada asi la balanza con dos perfiles parejos en el fondo aunque no en las formas, Mas el instigador aspiraba a manejar los hilos del pulso al Estado en la sombra, toda vez que las CUP le cerraron las puertas de hacerlo desde la misma presidencia.

 Pero he aquí que el discípulo como le ocurrió al Doctor Frankenstein con su creación, tomó conciencia de su existencia, peculiar y diferente a la del resto, y acabó interiorizando su papel de líder temporal pero necesario e imprescindible en la consecución del objetivo de la desconexión; ni las previsibles consecuencias penales, ni el embargo de su patrimonio, ni obligación de vivir en el exilio para evitar la cárcel supondrían un freno en el camino de un Puigdemont iluminado, que ha asumido probablemente gustoso ese papel de líder abnegado, porque con ello cumple con sus delirantes expectativas personales. 

Una vez más el discípulo supera al maestro, que convencido de poder manejar a aquel desde la trastienda, ha visto como éste le ha superado, postergándole a un denigrante segundo plano, cuya escenificación última viene señalada con la disputa de unas siglas que pueden dar alas al exilado en un nuevo partido y mandar al ostracismo al heredero del pujolismo en los rescoldos de la antigua convergencia.

 Mas el estratega,  es menos, y su visión posibilista y chantajista un vago recuerdo. Quién sabe si desde la isla del PdCAT,  podrá  volver a plantar batalla al objeto de su creación.

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario