En unos días saldrá a la luz, exclusivamente en inglés, y desde luego, si sus editores buscaban una campaña de marketing potente, la han encontrado sin gastarse un duro. Y es que no hay mejor propaganda que la polémica.
J.K. Rowling, madre y mentora de la saga de Harry Potter, es, desde ahora Robert Galbraith, pseudónimo y nombre que ha elegido para continuar y diversificar su carrera literaria. Y la primera obra de Galbraith tiene por título Trouble blood y narra la historia de un asesino en serie que se disfraza de mujer para cometer sus crímenes.
¿ Es la nueva obra de Rowling un experimento rebuscado, retorcido o truculento?, Quizá cuando la publicación esté a la venta y pueda leerse podremos hablar de ella. Por ahora es acusada de tránsfoba, tal y como la catalogan miembros de la comunidad transexual que ven en esta nueva obra de la fundadora de la saga del mago más famoso, un texto que saca a relucir sus ideas poco dadas a simpatizar con ese colectivo, o al menos eso es lo que se deduce de algunas declaraciones hechas con anterioridad, en las que de forma ambigua o no tanto, ponía en tela de juicio la feminidad de las mujeres trans.
Tema delicado, sin duda. Pero más allá de lo que pueda pensar esta escritora, sobre esto u otros temas, antes de catalogar un libro de una manera u otra, es cuando menos necesario, otorgarle el beneficio de la duda. Una vez publicado, y con las lecturas de rigor como bagaje, será el momento de criticar, afear y condenar, si es el caso. Todo lo que se haga antes es una suerte de censura, impropia en una obra de ficción.
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