Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 8 de septiembre de 2020

A propósito de nada

  Con un título tan sugerente como ese es difícil no caer en la tentación de leerlo. Si además son unas memorias escritas de su puño y letra, con aire desenfadado y sin pretensiones, las razones para hacerlo aumentan. Con una portada exenta de decoracióncon fondo oscuro y una foto posterior, ( cortesía de una de sus ex, Diane keaton),  donde un espatarrado Woody Allen muestra a la cámara unos rayados calcetines de colores llamativos, que bien pueden resumir a las claras una personalidad tan excéntrica como irrepetible.

 Escritor de gags de humor, guionista, monologuista, actor, escritor de novela a ratos, y clarinetista en una banda de Jazz, si algo puede definir la personalidad de Allan Stewart Konisberg, su verdadero nombre, es la de ser creativo. Desde bien pequeño descubrió que la mejor manera de tratar sus fobias y manías, obesiones y pulsiones era trasladándolas a un cuaderno, como si el acto de escribir se convirtiese en una especie de catarsis, que permitiera al sujeto mantener un equilibrio al expulsar fuera todo lo demás. Cuaderno o máquina de escribir Olympia, una antigua de las de carrete, que aún utiliza para dar forma a los guiones de cualquiera de sus comedias ligeras, esas que estrena casi a pelicula por año, y que cuentan con la producción de su hermana.

 A propósito de nada, (Alianza Editorial), es un intento de confesión íntima, sin dobleces, y a fe que lo consigue. Con sencillez y naturalidad, Allen repasa toda su carrera, destacando lo que más le ha gustado de cada uno de sus trabajos, o los actores con los que ha podido trabajar, en donde deja su particular impronta de creador confuso y nada disciplinado. Amante de los grandes del cine italiano, (Fellini, De Sica o Antonioni), contruye sus historias para el celuloide dejando mucho campo a la improvisación, al instinto, y al trabajo de reconstrucción en la sala de montaje, donde siempre acompaña a su montador para repasar lo rodado, la mayor parte de las veces a toma única.

 Imprescindible para cinéfilos y para amantes de Nueva York, ( dan ganas de tener un ático en la Quinta avenida), desgraciadamente el escabroso episodio resultante de su extraña relación con Mia Farrow, ocupará una buena parte de las páginas de esta autobiografía en un intento autoexculpatorio que le conceda el indulto a los ojos de su país, que a día de hoy, no exhibe ninguna de sus cintas más recientes como castigo al feo y oscuro episodio de los posibles abusos a una de las hijas adoptadas de Mia, Dylan. El más enquistado puritanismo de la sociedad estadounidense, que tampoco le perdona que se casase con otra de las hijastras de ésta, Soon-Yi, treinta años más joven que él, ha ejercido de juez implacable condenándole al castigo de la indiferencia, pese a que ningún tribunal ha encontrado pruebas fehacientes de los abusos en cuestión.

 Plan inmejorable pues, leer estas memorias de un grande de la filmografía, en puertas del estreno de su último trabajo, Rifkin´s Festival, rodada en España con un elenco de actores en su mayoría europeos, que no hacen ascos a la idea de trabajar con Allen, tal y con ocurre en estos momentos en EE.UU. 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario