Apenas si quedan unas semanas para que comience un nuevo curso escolar, un nuevo año lectivo que tiene como principal meta tratar de pasar página y normalizar la vuelta a las aulas.
Son sólo tres semanas las que quedan de margen, para determinar en qué codiciones vuelven nuestros pequeños a la rutina de ir a colegios e institutos. Ansiada vuelta a la normalidad de unas actividades que malamente se han suplido virtualmente desde casa.
A estas alturas uno esperaba encontrar un plan de acción mucho más nítido, con plantillas y horarios confeccionados, aulas preparadas para dar cobijo a los niños con garantías de seguridad y distancia de separación necesaria. Como de costumbre, como si fuera una especie de penitencia patria que siempre aparece a la hora de tomar decisiones importantes, muchas de esas iniciativas ni se han planteado. Somos los reyes de la procrastinación que al multiplicarse por diecisiete, agrava el problema todavía más, si cabe.
Y como si de un mal presagio se tratase, los reyes de la vuelta al cole, los amigos de El Corte Inglés, han retirado su habitual campaña de mediados de agosto para incentivar la compra de uniformes, libros y material escolar en sus grandes almacenes. La razón, la foto de cabecera de la campaña, con unos pies colgando de un niño uniformado, que más que estar sentado sobre el respaldo de la silla, parecían los pies de un colgado.
Un despropósito detrás de otro. Y en un tema tan delicado como fundamental. Lo que tendría que ser una prioridad y estar atado y bien atado, queda sujeto al azar, casi. Falta de previsión, de concienciación, simple y pura incompetencia.
Genio y figura.
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