Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 21 de agosto de 2020

Érase una vez

 Erase una vez un barrio, que estaba en el centro de la ciudad, y que era un hervidero continuo de gente. En todas las épocas del año, era complicado pasar por él, y tenías que salir con tiempo para evitar imprevistos por las aglomeraciones.

 Era también un lugar de reunión, casi de culto, un lugar donde celebrar cumpleaños, donde ir con quienes venían a visitarte, un lugar donde cuando no tenías nada previsto, acudías a él,  porque tomarte unas cervezas o unos vinos allí sabía más autentico, más castizo.

 Era el sitio donde acabar un sábado hasta las tantas, donde desayunar un chocolate con churros antes de irte a domir. El lugar donde ir a ver a chicas extranjeras, a rubios altos nórdicos que encandilaban a las lugareñas y lugareños; era el sitio más cosmopolita de la ciudad, probáblemente uno de los más transitados del mundo, el único en que tenía una calle en la que daba igual a qué hora pasaras por ella, siempre verías gente andando y coches transitando, de lunes a domingo.

 Era así, sí. No hace tanto tiempo. Era.

 Y estoy seguro que volverá a serlo. Y que pasar por la calle Postas tendrá su complicación, más aún si cabe desde que el Consistorio, ha decidido peatonalizar complétamente la Puerta del Sol.

 Ayer pasando por ella me dije, que un día cualquiera, cuando el local esté abierto de nuevo, haré noche en la Posada del peine. Porque sí, porque me apetece, Porque quiero dormir en todo el medio, sin más razón ni explicación.

 Será el más estrambótico viaje, con la menos esperada pernoctación. Será mi contribución a animar a ese barrio, a que vuelva a ser una marabunta humana, una fiesta perpetua de ruidos, voces, y celebraciones.

 Volverá a ser, dos veces, o tres o las que hagan falta. No hay bicho que pueda matar una esencia así. No.


 


 

 

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