Corre aire desde que amaneciera. La urraca que duerme pegada a mi ventana soltó su primer graznido antes de iniciar el vuelo, antes de lo habitual, animada por el ruido de hojas y movimiento de ramas.
Aire unido a gotas de agua. Caen a ratos, por rachas cortas que no llegan a un par de minutos. Goterones que golpean los cristales y caen con parsimonia por la superficie transparente, como si fuera agua más densa de lo normal.
Apenas hay claridad. Encedida la luz a primera hora, para salir de la penumbra y ver mejor las teclas del ordenador. Luz que anima el arranque de semana. Empezar el lunes a oscuras se hace un poco bola.
Huele a humedad, a limpio, Atmósfera más fresca, pese a las nubes persistentes que mantienen el cielo encapotado, sin que una simple brizna de sol haya llegado más abajo.
Típico día de otoño que invitaría a la melancolía, pero con treintra grados, es un descanso, un día de alivio en medio de tantos de canícula intensa y agobiante.
Empezar la semana con nubes es empezarla sin estar nublado mentalmente. Es un empujón que ayuda a llevar el lunes más llevadero. Oscuridad que clarifica, Agua que anima y deja respirar. Contrapuestos que aparecen a destiempo y culminan en una reacción diferente, positiva, energizante.
Tormentas, que vengan más y que ayuden como ésta. Buen inicio de semana.
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