A las cinco de la mañana
después de los dolores
y de los calores
(mi madre da fe),
rompieron unos pulmones nuevos
a llorar,
abriendo así paso a una nueva vida.
De eso ya han paso cuarenta y ocho años.
Dos terceras partes
muy probablemente
de un camino a veces tortuoso
otras angosto
unas tantas siniestro
y unas muchas agradable.
Balance positivo y abierto
ínfulas intactas y contenidas
retos activos y en el horizonte
amores baldíos y esquivos
recuerdos bonitos y eternos
Búsqueda de compromisos
y afectos,
retos más que suficientes
para seguir trotando.
Punto de inflexión vital,
sorprende ver
cómo el paso de los años
no altera los desequilibrios
que configuran una existencia
y la convierten
en algo digno de ser vivido.
Seguimos, pues
al pie del cañón
convencidos
de que el año que viene,
será.
Que no es poco
que es todo.
¡Salud!
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