Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 28 de agosto de 2020

Septiembre

  Último viernes de jornada reducida. El lunes volverán los horarios de invierno. Septiembre anda al acecho. Los calores estivales caen a partir de esta noche.

 Termina la canícula, el tiempo libre, las comidas con melón y sandía, los baños de sol y de piscina.

 Sin embargo este año no tengo sensanción de que nada termine.

 Quizá porque nada ha empezado.   

 El verano más atípico de nuestras vidas, con vacaciones vacilantes y más cortas de lo habitual.

 Como prometí ha sido un verano muy madrileño, apenas un fin de semana en Málaga y otro en San Rafael. Un verano de barrio, de pasar muchas horas en casa con el teletrabajo. De patearme cada rincón de un Moratalaz en el que vivo desde hace once años y que no conocía antes como lo hago ahora.

 Aunque todo apunta a que nada cambiará a corto plazo, yo afronto septiembre como todos los años, con aquella ilusión que tenía de crío, de ver por fin los libros nuevos, que olían a estreno al abrirlos, de pasar las tardes forrándolos para que no se deterioraran, y abriendo y cerrrando el estuche con los lápices de colores perfectamente alineados por su falta de uso.

 Ilusión de ponerme, al fin, otra vez los pantalones largos, después de pasar cuatro meses en bañador.

 Septiembre siempre es estreno. Es retomar el ritmo, volver a la rutina. Ver de nuevo a la gente. Empezar a leer, a estudiar, a hacer en fin, cosas.

 Septiembre es siempre ilusión, esa que no hay bicho que la mate.

 

 

 

 

 

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