viernes, 18 de octubre de 2024

Novela de espías

 Parece un personaje propio de una novela de John Le Carré, a quien a buen seguro no le hubiera costado incluir su perfil en alguna de sus intrigas ambientadas en los años de plomo, los años de la guerra fría.

Se llama Pablo González o Pavel Rubstov y es nieto de un niño exiliado de la Guerra Civil española, uno de los muchos que abandonaron en barcos las costas del país para ir a vivir a la extinta Unión Sovietica. Muchos no volvieron a ver jamás. Su madre nunca renegó de la nacionalidad española, permitiendo a su hijo poder solicitarla junto a su originaria rusa. Divorciada de su marido, decidió siguir el camino contrario de su padre, aficándose con su hijo de nueve años en el País Vasco.

 Residentes en Bilbao, el nieto de republicanos se licenció en lenguas Eslavas y en Estudios estratégicos y de seguridad internacional. Pronto comenzó a viajar como periodista freelance para diferentes agencias y medios. En una de esas tareas fue detenido en febrero de dos mil veintidós, en una ciudad fonteriza de Polonia, acusado de ser un agente del Departamento central de inteligencia ruso que obtenía información para sus pagadores camuflado en su condición de periodista.

 Desde el primer momento este asunto pareció verdaderamente extraño, provocando muchas dudas y preguntas:

- ¿ Qué clase de poder y de capacidad de obtener información tendría un aparemente simple reportero de guerra? 

- ¿ Por qué se le detiene en Polonia, cuando venía huyendo de Ucrania donde le consideraban un peligro para el país?

-  ¿ Por qué se le incomunica durante cerca de dos años, sin tener posibilidad de acceder a su abogado, en lo que es una conculcación de los derechos básicos de cualquier reo? 

 El primero de agosto de dos mil veinticuatro, sin entender nadie la apatía de las autoridades consulares españolas o de la propia Unión Europea, fue finalmente liberado en el aeropuerto de Ankara en Turquía, en un canje de prisioneros acusados de espionaje acordado por Rusia y varios países europeos. Inmediatamente voló hacia Moscú donde fue recibido por el propio Putin, que anunció que sería condecorado en breve. Con problemas físicos importantes en los pulmones aparecidos tras su larga estancia en cárceles polacas, el espía pretende volver a Bilbao cuando la sucesión de acontecimientos lo permita. Será el momento de cerrar el círculo y los datos que puedan faltar en esta historia, aunque ya nadie pone en duda que se trataba en realidad de un informador a sueldo del líder ruso, en toda regla.

 De película. Como de costumbre, la realidad supera a cualquier ficción novelada. 

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