Semana extraña la que termina hoy. Días de pensar mucho, de andar descolocado, de sentir una rara desidia interior que ha terminado por descolocarlo todo.
Supongo que antes o después tenía que llegar esto. Tras mucho tiempo de dejarme arrastrar haciendo cosas sugeridas por los demás y muy pocas pensadas por mi mismo.
Ha llegado la hora de cambiar las tornas, de volver a ciertos hábitos reducidos a la mínima expresión que me hacen tanto bien y que tanto me gustan.
Necesito volver a tener tiempo para mi, para mis libros y mis lecturas, para mis horas de escritura; necesito volver a pasar tiempo en casa o fuera, pero sólo y a mi aire.
La soledad escogida es un don, siempre.
Voy a darme de baja de unas cuantas cosas y soy consciente de que no a todos va a gustar, pero estoy tranquilo; sé que quien me aprecia y me conoce, lo entenderá perfectamente.
Ha llegado la hora de volver a lo que me da dicha y me enriquece.
Es el momento de encontrar tiempo para mí.
Extraña generosidad la mía de hacer cosas con los demás, de no negarme, por no hacer un feo a nadie y, en cambio, si hacérmelo a mí.
Pasan los años y sigo sin aprender a decir no, en tiempo y en forma. Craso error.
No hay comentarios:
Publicar un comentario