Kilómetros de un mar de humo, espeso por momentos, en zonas que no se caracterizan por su humedad, ni por la proximidad de zonas escarpadas, que suben el nivel de la altimetría.
Conducción solidaria, respeto de distancias de seguridad y compañía en la caravana. Seguir a un camión, tormento en condiciones normales, es la mejor referencia posible en medio de la nada blanca, las luces de gálibo que limitan la caja que porta la cabeza tractora, son la mejor referencia cuando se ve muy poco.
Solo nos falta poder habilitar algún tipo de conexión que nos permitiera hablar; ya que viajamos juntos, hagamos por conocernos y charlar, que la vuelta al redil después de los días de Navidad siempre da material del que poder discurrir.
Viajeros que son compañeros, aunque sean ocasionales. Juntos discurren decenas de kilómetros, hasta que la proximidad a Madrid, nos engulle y con nosotros a la niebla misma.
Angeles de la guarda, la mejor compañía en momentos en que coger el volante se hace complejo. Suerte de deambular por una autopista y no por una carretera secundaria; en esos casos manejar un coche se convierte en una tarea casi titánica.
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