No deja de ser curioso el valor connotativo de algunas palabras, especialmente en lo relativo a los insultos. El que refiere esta entrada es autócnono de las Islas Canarias y normalmente equivale al tradicional gilipollas, sólo que allí, en vez de ser un gili, eres simplemente bobo. Todo suma.
Insultos de alto calado de género. Para todos los gustos. Me quedo con los que atañen a la condición masculina, porque la femenina sale normalmente peor parada cuando de echar pestes por la boca, se trata. Cabrón, cornudo y así hasta el infinito y más allá.
Cosas del Lenguaje. Ya lo decía Hobbes, cuando comentaba que prefería el lenguaje de las matemáticas por si signo unívoco, exento de posibles confusiones. Desgraciadamente no es el caso de nuestro medio de transmisión recurrente, en el que las palabras que se usan dicen mucho de quien las pronuncia y de cómo piensa.
Mentes cinceladas por el vocabulario, que abren un mundo de conocimiento, aquel al que se refiere Wittgenstein, cuando afirma que no existe aquello que traspasa nuestras palabras, imprecisas y variables segun las circunstancias.No hay filósofo más empático con la condición humana y sus miserias, desde luego.
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