Tal día como hoy,
Hace treinta y cinco años
encogiste el corazón del mundo entero
al comprobar tu osadía
tu entereza
la fortaleza
de una criatura
de apenas trece años
atrapada entre escombros,
restos de la calamidad
que el Nevado del Ruiz
dejó por doquier.
Han pasado treinta y cinco años
y sigue encogiéndose
el corazón
al verte serena
resignada a una suerte,
que truncó para siempre
tu opción de vida.
Hoy tendrías mi edad
cuarenta y ocho años,
y en en verdad, te digo
que los tienes,
pues sigues viva
entre todos los de nuestra generación
maravillados por tu ejemplo
y tu integridad.
Siempre vivirás con nosotros
Omayra.
Tu ejemplo es
toda una razón de vida.
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