Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 17 de noviembre de 2020

Linea de Fuego

 Seguramente era el que faltaba, de entre los grandes narradores de novela de este país, en firmar un trabajo que tuviera como argumento la Guerra Civil Española. Tras concluír su visión sobre la mítica figura del Cid Campeador, le ha llegado el momento a Perez Reverte de escribir sobre la gran masacre nacional. 

 Linea de Fuego, ( Ed. Anagrama),  es el título escogido para un texto que ha buscado sobretodas las cosas, huir de las clasicas afroximacions al conflcito armado. Descargada completamente de valoraciones ideológicas, de retratos de líderes de uno u otro bando, de significaciones políticas, de valoraciones a posteriori, Perez Reverte ha buscado en su libro poner en primera línea el sufrimiento de unos soldados que en muchos casos ni siquiera sabían porque pertenecían al bando en el que batallaban. 

 Preocupado desde hace tiempo por la forma en que se aborda la historia de España, que como bien es sabido es piedra angular sobre la cual el autor ha construido muchos de sus títulos más significativos, el escritor cartagenero no se cansa de denunciar la simpleza con la que se cuentan momentos importantísimos del devenir de este país, donde de manera maniquea y torticera se reduce todo a cuentos de buenos y malos, sin contar a la gente los hechos tal y como ocurrieron, y que motivaciones venían detrás de ellos. Y si hay un momento de nuestra historia que más esté sujeto a manipulaciones es precisamente lo ocurriendo entre 1936 y 1939, donde las trincheras del campo de batalla se mantienen ochenta años después, en disputas intelectuales, académicas y virtuales.

 Castellets del Segre, es el sitio imaginario que recrea el libro en la denominada Batalla del Segre, parte importante decisiva del conflicto, que a mediados de 1938, trata de contrarrestar  la ofensiva de Aragón de avance de las tropas franquistas hacia el mediterraneo y Cataluña  con el río Ebro por delante. La toma de este pequeño pueblo, enclave estratégico para los dos bandos, sirve al autor para infiltrarnos a los lectores en las líneas de ataque y defensa de posiciones que varían de un día a otro, con tomas y dacas constantes en donde la muerte es la nota dominante.

 Frío, miedo, dolor, angustía... Puro sufrimiento que se vive leyendo página a página, como si fuesemos cualquier soldado que haya sido enviado al campo de batalla a morir; y junto a nosotros convive y cubre como corresponsal el Pérez Reverte reportero de guerra, sacando a relucir su experiencia de años cubriendo conflictos bélicos, mostrando el lado humano de una guerra, en la que "lo malo es que oyes al enemigo llamar a su madre en el mismo idioma que tú."

 Guerra fraticida irresuelta. Antes en las trincheras, hoy en los libros, en las redes sociales, en las tertulias, e incluso en la calle. Quizá algún día este quiste sea curado y pasemos página con respeto, rigor y conocimiento de la verdad. Mientras, merece la pena leer trabajos como éste, donde se intenta mostrar la parte menos escrita del conflicto: la de sus protagonistas anónimos, soldados casi niños muchos de ellos, de cuya desaparición y muerte solo han dado cuenta sus familias afligidas en silencio.

 


 

 

 



 

 


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