Fotos viejas, que vuelven. Herrumbre que se alza en todo lo alto. Orgullosa y elegante, pese al tiempo. Años que no pasan en balde, pero tampoco achantan.
Firme, aguantando el abrazo incandescente del sol de verano o la lluvia gallega impenitente de todo el año. Décadas lo contemplan. Todo lo bien hecho, perdura.
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