Brillante. El fútbol femenino, contra todo pronóstico, ha saldado su participación en la Copa del Mundo celebrada en Australia y Nueva Zelanda con una brillante victoria en la final frente a la favorita, Inglaterra.
Ocurrió el domingo. Estamos a miércoles y deberíamos seguir hablando de ello, pero por desgracia es otro argumento el que se ha colado entre las celebraciones, dejando en un segundo plano lo deportivo.
La razón, un gesto inapropiado por parte del presidente de la R.F.E.F, dando un beso en la boca que nadie le había pedido a una de las jugadoras, en lo que es un acto inapropiado para un dirigente deportivo, por mucha que sea la euforia que hay detrás del gesto en sí.
No sé qué me avergüenza más, si lo que rebelan las imágenes o las incomprensibles justificaciones que vienen de todas partes tratando de quitar hierro al asunto. Son precisamente éstas últimas las que rebelan lo enfermos de machismo que estamos, por mucho que hayamos evolucionado, para bien.
No, no es justificable lo que hizo el señor Rubiales, que ha reculado y pedido disculpas sólo después de ver cómo la bola se va haciendo a cada hora más grande, no porque realmente sienta que ha hecho nada malo. Seguimos siendo cómplices de una cultura masculina que resta importancia a actos como éste, en los que la mujer es un trozo de carne cuya opinión, no cuenta.
No sirve para el cargo alguien que no es capaz de mostrar comedimiento, tal y como se lo exige su puesto. Menos aún si no entiende que ese beso, por muy inocente que haya querido ser, es un acto no pedido y tampoco justificado. Machista e incompetente.Fuera. Que su caso y cese sirvan de ejemplo y precedente.
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