Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




lunes, 7 de agosto de 2023

Pedro

 Tocaba cerrar del todo la relación contractual. Para liquidar gastos corrientes que quedaban pendientes; por eso quedamos en mi viejo hogar, en pleno proceso de trasformación y mejoras para volver a estar en circulación.  Ojalá los nuevos inquilinos tengan más suerte que yo.

 Me crucé en la escalera con la familia del tercero derecha. Buena gente, que vive en un estado de ebullición permanente desde que tuvieron su primer nieto. No era raro escuchar a través de los muros de papel de la casa, canciones de cuna. Tan discretos como siempre, no me dijeron nada, pese a que saben que desde hace seis meses no soy inquilino.

 Comentándolo con Raquel, mi ex-casera, me dijo que sí, que todo seguía igual, menos por la pérdida de Pedro, que hacía unas pocas semanas que había fallecido. 

 Pedro, el sempiterno presidente de la finca, casado con una dominicana veinte años más joven, residente del bajo B, arrastraba problemas graves de pulmón que le llevaban a tener que respirar con botella de oxígeno, que muy discretamente llevaba como si fuese un bolso.

 Durante el último verano le ayudé a subir la cesta de la compra más de una vez. Apenas si tenía fuerza para levantar el peso en los tres peldaños que tenía la entrada. Pese a ser tantos años  de vecinos, apenas si hablé con él hasta esta última época, en que se dejaba ver por la calle, cuando el sol y la temperarura lo permitían,  paseando con un sombrero de ala ancha, que parecía que andaba dando pasos por el Malecón.

 Me fui sin despedirme de él.  No tuve oportunidad.  Lo lamento. Hoy que ya no está con nosotros le escribo estas líneas con cariño y afecto. Ojalá donde estés puedas volver a  montarte en bici, como hacias cuando tu cuerpo te lo permitía. Descansa en paz, Pedro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario