Aún gobernaba en Cataluña el Molt honorable, mientras que en Madrid lo hacía Ruiz Gallardón cuando, una tarde de compras por el centro, me llamó la atención un numeroso grupo de gente que se agolpaba a la entrada de la Real casa de Correos, sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol,aunque para a mayoría de los mortales, es el lugar donde está el reloj que da las campanadas de fin de año.
Pujol,enano habla en castellano, decía una de las alli congredadas, a grito pelado, al tiempo que acumalaba en una mano un buen puñado de las viejas pesetas. Luego al leer las crónicas de qué clase de recibimiento había recibido el President, pude comprobar que todas esas monedas le fueron arrojadas a los pies, al tiempo que entraba en el edificio. Fama de peseteros y pedigüeños eterna.
Seguramente muchas veces vino a Madrid el político más importante que ha dado aquella parte del país, pero pensando en esa visita, me preguntaba si habría tenido curiosidad de visitar los sótanos de ese edificio, sede en tiempos de la dictadura de la temible Dirección General de Seguridad, cuyos métodos cohercitivos no conocían de procedimientos ni protocolos humanitarios al uso. En ellos pernoctó Santiago Carrillo cuando fue detenido, convirtiendo aquello en todo un símbolo de resistencia, al igual que lo hiciera Jordi Pujol, en los calabozos de la comisaría de Vía Laietana, en Barcelona. Ambos declararon ser torturados.
Recuerdos que vienen a cuenta de la más rabiosa actualidad. ¿Estampa del pasado?. No. Pasan los años pero se mantienen intactos las mismas cuestiones y las mismas reivindicaciones. Ya conocemos la primera condición que el prófugo Puigdemont y su partido ponen para facilitar la investidura: el uso de las lenguas coeficiales en Congreso y Senado. Increíble que algo así se objeto de disputa,debate y reivindicación a estas alturas de la película.
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