Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 8 de agosto de 2023

El lagarto

 Puede que fuera un día cualquiera de asueto en verano, de esos que venzo mi pereza y me lanzo a caminar como un condenado.

  Conexión pies y cabeza. Inversamente proporcional. Cuanto más agoto los pies,más ligera va la testa. Si alguien encuentra mejor modo de despejar la cabeza, que me lo sugiera.

 En esto que andaba yo por una senda de pinos, con esos restos de ramas que se acumulan en el suelo, que en Canarias se recogen para elaborar estiércol, llamándolo pinocha, cuando de repente en medio de una de esas ramas sueltas, me salió un lagarto.

 Pequeño, de piel negra y pintitas amarillas, quedó estático justo cuando caminaba a su lado. Acostumbrado a verlos huir para guarecerse entre rocas, se me hizo raro que no se moviera.  Di un par de pasos más y noté que venía detrás de mí,  como si me estuviera persiguiendo. Paré en seco y me di la vuelta y me agaché para verlo más detenidamente. Lejos de achantarle, observé perplejo, como me miraba el a mí, incluso elevando la cabeza para acomodar su vista siempre salvando las distancias. Duró un poco más esa especie de duelo de miradas hasta que salió corriendo y escurridizo,  se camufló entre las ramas.

 Tardé aún algunos segundos,  antes de reiniciar la marcha. cuando lo hice, no dejaba de pensar en los ojos de ese diminuto reptil,  en cómo me miraba. Hay veces que siento que los animales, cuando me miran, me transmiten cosas, como si me conocieran de algo. Aquel lagarto seguramente vino a inspeccionar sus dominios y a controlar mi paso,  nada más, pero yo sentí otra cosa, como que me saludaba. Pura sugestión, seguro. 

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