Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 15 de abril de 2022

Leche de avena

Tiempos de probaturas, de degustar cosas nuevas; eso sí, de manera forzada. A falta de pan, buenas son tortas, decía el dicho, y a falta de leche común en los estantes del supermercado, buenas son otras leches.

 Así que como otras veces, me he convertido en cliente por obligación, o casi. Igual que hubo una vez que abrí cuenta en una entidad bancaria sin yo proponérmelo siquiera, del mismo modo ha llegado a mi vida la leche de avena.

 Dicen que es más digestiva, que al tener proteinas vegetales es mucho mejor para el tránsito y el estómago.  A un euro con cuarenta el litro, ya puede serlo, y ya de paso podría tener un gusto en el paladar mucho mejor que el me deja cada vez que la bebo sóla, ya que habitualmente la utilizo para cortar el café. Dicen que sólo debo darle tiempo, que antes o después dejaré de tener esa sensación de desayunar café con horchata...

 Es cierto que hay un elemento mental importante detrás de los sabores, como igualmente sucede con los olores. La cabeza asocia cosas buenas y malas a unos olores u otros. Igual que se nos educa en otras muchas cosas, y se nos enseña a reconocer signos con la vista, o a identificar superficies con el tacto, también el gusto y el olfato están bajo la lupa de la enseñanza. Haz lo que vieres, olieres y, por supuesto, bebieres.

 Vuelvo al supermercado, y los palets de leche de vaca vuelven a estar rebosantes, en todas sus variantes por cuenta de la nata. La tentación de volver a lo de siempre ahí está. 

 Medio brick de margen me queda, lo que tarde en gastar la que compré días atrás. Será entonces el momento de calibrar, si gastar más y degustar diferente, o volver al viejo regusto de la leche de siempre.

 

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