Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




jueves, 21 de abril de 2022

Debates

 Anoche haciendo zapping descubrí por sorpresa que el canal 24H de RTVE, estaba emitiendo en directo el debate de cierre de campaña de la segunda vuelta de las eleecciones presidenciales en Francia. Con la idea de echar un vistazo durante un rato, acabé por verlo entero, en sus casi tres horas de duración.

 Con los ojos medio cerrados me metí en la cama perplejo. Habitualmente me salto los que se celebran en suelo patrio, porque además de anodinos los encuentros exraordinariamente vacios de contenido. Carentes de propuestas, apuntados al postureo mediático, son una muestra inequívoca de la decadencia palpable de la clase política española.

 Sin embargo ayer la cosa tenía otra pinta. Fue un choque de trenes, que resume a las claras las principales líneas de pensamiento y tendencias en las que nos movemos ahora en toda Europa. Frente a las tradicionales posturas ideológicas y de acción y compromiso, se oponen ahora corrientes de pensamiento dipuestas a tensar la cuerda, agitando las frustraciones de un electorado, cuyas dificultades para encontrar trabajo o llegar a fin de mes, las convierten en víctimas propiciatorias del populismo y la demagogia.

 Como siempre que estamos en tiempos convulsos y de zozobra, donde la seguridad brilla por su ausencia y buena parte del mundo que hemos conocido hasta ahora se ha venido, sencillamente, abajo; en tiempos como éstos es cuando toca predicar, aunque aparentemente delante se tenga un erial o desierto. Labor constante y de labriego, en aras de alimentar unas raíces que no por resecas dejan de ser nuestra base y sustento, raíces que vuelvan a servir para que germinen la razón y el sentido común.

 Hay que remar. Mucho, además. Fantasmas como el de Le Pen crecen como champiñones por todos los arcos parlamentarios del viejo continente, y trascienden fronteras y distancias entre orillas de océanos. Lo que se debatía anoche era más que un simple litigio electoral: era rearfirmar el compromiso hacia los viejos valores-pilares de la tradición más europeista o lanzarse a la carrera de unas transformación de realidades que amenaza con llevarse por delante, la conviencia, los valores de la modernidad y las relaciones de frontera a lomos de una radicalidad tan injusta como retrógrada.

 El domingo los franceses ejercerán su soberanía. Y miraremos todos por el rabillo el ojo. Nos jugamos mucho. Demasiado.

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