Mono de bicicleta , después de casi un mes sin dar pedales. Y descubres que la maneta que cambia el plato, no funciona. La bici de veintisiete marchas se reduce a las que puedo poner en un plato, el grande. Tan sólo siete.
Y a la Casa de Campo, a dar la vuelta entrando desde Madrid Río. Recorrido de vaivenes y repechos que hoy se hacen menos asequibles.
Calambres en las piernas, que ni la ducha de agua fría reduce. Piernas en alto tras cenar algo y disfrutar de una velada de satisfacción. Nada mejor para liberar endorfinas que darse una buena zurra.
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