Ochenta y cinco años sin García Lorca. Tantos años de silencio, de letras yermas, de tumba perdida, de reconocimiento y estudio de unos hechos, que dejaron a la literatura hispana sin uno de sus mayores talentos líricos.
Uno de tantos episodios cerrados en falso. Otra sepultura pendiente, cunetas que son camposantos improvisados, pero sempiternos, por obra y gracia de las trifulcas de costumbre. Una pena que ni en esto seamos capaces de ponernos de acuerdo.
¿Seremos siempre un pais de trincheras? A veces tener la sangre caliente, es muy mala consejera. Puede que alguna generación futuras cambie las tornas. No lo veremos nosotros, no será desgraciadamente la nuestra.
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