Pensaba que era flor de un día, pasatiempo de un rato, que a poco que la pandemia fuese aflojando, terminaría por dar de baja el servicio, pero no, continuará formando parte de mis veladas caseras, a noches intermitentes y como complemento a mi dieta lectora. ¿Razón? El esperpento que los canales generalistas ofrecen en su parrilla de programación.
Dicen que tenemos una de las peores televisiones de Europa y voy a terminar por creérmelo. Mal modelo de ocio que fía buena parte de sus contenidos al cotorreo chismoso de baja estopa y que condimenta estas bajadas al barro con la cruda realidad de unos espacios informativos que dan simplemente ganas de llorar.
Pues si, acabaré siendo un seriófilo más, y ya no tendré que pasar palabra cuando me pregunten que es lo que estoy viendo y en qué plataforma lo hago. La necesidad obliga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario