Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




viernes, 6 de agosto de 2021

Miradas fugaces

 Al amparo de la Taberna Angosta, esa que en las noches de estío ameniza el descanso en precario, con treinta grados a las diez de la noche. En buena compañía, al albur de un cubata, sentados a la puerta en dos sillas de madera, con un taburete como mesa para poner copas y gominolas. 

 Venías con otras tres más, y al poco de percataste de mi presencia giraste el rostro hacia una de ellas para hacerle un comentario, que yo supe de sobra en el momento, que era referente a mí.

 Hiciste por seguir andando, junto a tus acompañantes, para girar a la izquierda y seguir calle abajo, pero hubo un momento en que no pudiste resistirte más y volviste tu melena rubia para buscar mi presencia, y asegurarte de que, efectivamente, era yo a quien dejabas a un lado para seguir tu ruta.

 Y en un flash, se agolparon recuerdos de aquella noche en Rivas, donde cubata en mano, como hoy, intentaste enrrollarte conmigo; pero había demasiadas cosas en contra: Tu perra alborotando como buena cachorra, el poco feeling que me profesó tu físico, y la proximidad de mi ruptura sentimental última, esa que te hace sentirte culpable de algo que nadie te impide que hagas, porque nada te obliga ni debes cuentas.

 Cuánto juego dan las salidas por el centro.  Esas que hacen que en una ciudad con tanta gente te encuentres con personas que no esperas ver nunca más. Un pañuelo de recuerdos con el que saborear el cubata, por un instante, antes de seguir la tertulia con el amigo, a la luz de los faroles del Madrid de los Austrias

 

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