Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




lunes, 12 de octubre de 2020

Noche en Daganzo.2

 Apenas se oía el aliento al otro lado, durante unos segundos que se hicieron muy largos. Era evidente que estaba calibrando las palabras, como si quisiera medir la imagen que quería mostrar ante mi.

 Por si se escuchó un resoplido, como si fuese una queja, una especie de reproche, el clásico para qué me haces esa pregunta si sabes cuál es la respuesta.

 - Bueno había pensado si a lo mejor te apetecía tomar algún cubata en mi casa. 

 Ahora la pelota estaba en su tejado, claramente. Miró el reloj sin mirar la hora. Un acto reflejo de autoexcusa que bien sabía que en nada podría interferir en sus intenciones. Era viernes, mañana no tenía nada que hacer, y la tentación de poner por fin cara a su partner virtual era muy grande. No quería demorar más su espera, así que sin pensarlo mucho más le dijo:

- Tendrás que decirme por dónde voy. Ya sabes que hay controles de alcoholemía por las noches y no se si habrá incluso ahora más por razón de la pandemia.

 El rubicón al fin se había cruzado. Ese río de márgenes imprecisas que delimitan las citas a ciegas. Porque en realidad de esos se trataba, de una simple y llana cita a ciegas. Nada de lo que se había hablado a lo largo de las semanas anteriores, desde que se conocieron y se dieron los teléfonos en una página de contactos, ahora servía de nada. Como el anuncio de la colonia aquella que olía a pachulí, en las distancias cortas es donde un hombre, se la juega...

- Pilla la A-2 y en la salida dieciocho sales para incorporarte a la M-108. Por ahí seguro que no tienes problema. Y si pasas por alguna gasolinera, tráete Coca-cola, no me queda en casa.

 Puso la ruta con el GPS en su smartphone. En apenas treinta minutos estaría allí. Se dio un repaso por encima, puesto que aún estaba vestido y decidió no cambiarse. Cogió las llaves del coche y antes de salir de casa le dijo.

- De acuerdo, voy para allá. Te voy diciendo cuando esté llegando.

 Colgaron al unísono los dos el teléfono. Apagó las luces. Mientras bajaba las escaleras, se preguntaba si no debía dar marcha atrás y volver. Pero era ya demasiado tarde. Ya estaba dentro del coche. Encendió el motor, puso las luces y metió la primera. Alea Jacta est.


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