Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 21 de abril de 2020

Cotorras argentinas

  Salgo a hacer la compra, después de cuatro días de encierro riguroso, sin salir de casa. Me sorprendo a mi mismo del aguante y la templanza con la que manejo los tiempos de la nueva situación. Cómo he variado mi ámbito espacial y cómo remito todas mis actividades a los sesenta metros cuadrados de que dispongo en mi piso.

 Salgo con mi máscara para franquear con la mayor rapidez posible las escaleras de mi edificio. Por alguna razón es el sitio que más miedo me da. De pasillos estrechos no toco nada, ni barandilla, ni mi buzón... cruzo la pesada puerta de entrada al edificio, después de usar la llave en la cerradura como palanca. Salgo a la calle y me relajo.

 De camino al supermercado cruzo los parterres que adornar la entrada de la junta de distrito de mi barrio. Cerrada a cal y canto desde el catorce de marzo, como bien recuerda un cartel que luce en la puerta principal. La ventanilla virtual de internet es la única que atiende trámites desde hace cuarenta días. Cuántas cosas son virtuales de un tiempo a esta parte.

 En uno de los árboles que rodean al mástil con la bandera que adorna todo el entramado muncipal, la veo. No tarda en bajarse al suelo, y con si gracioso pico, comienza a purgar la tierra en busca de alimento. A diferencia de como solía verlas antes, no tiene a ninguna otra de su especie alrededor, parece como si los animales también hubieran cambiado sus hábitos. Ni se las ve en grupo, ni montan esas escandalosas serenatas que solían hacer en los arboles donde anidan en comunas.

 Hace apenas dos meses, a mediados de febrero, el alcalde anunciaba un presupuesto de hasta tres millones de euros destinado a erradicarlas, por elevar la contaminanción acústica, por ser peligrosos sus nidos, de hasta doscientos quilos que podrían caer al suelo, y por ser una especie invasiva y fuertemente territorial, que expulsa de su entorno a otras especies de aves.

 Hace tan sólo dos meses, las cotorras argentinas eran un problema. Hoy,  ¿Quién se acuerda de ellas?  

 Recuerdo que me daba pena que las exterminaran, entre otras cosas porque no fue culpa de ellas el venir hasta aquí, abandonadas seguramente a su suerte, por desalmados caprichosos que un día tuvieron un antojo de tener un ave exótico y luego, al cansarse, las abandonaron a su suerte. Animales que con semejantes imprudencias humanas alteran los ecosistemas, aunque el único peligro real que tiene nuestro entorno somos nosotros mismos.

 Vuela pajarillo. Y disfruta de tu libertad, antes de que la rutina vuelva a nuestras vidas y con él nuestro encono destructor.



 

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