Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




martes, 14 de abril de 2020

Animales

 Venían siendo ya imágenes más o menos recurrentes, las de ver acercarse a piaras de jabalíes a los aledaños de algunas ciudades en busca de comida. Según un amigo mío, cazador con licencia de caza mayor, eso obedece a que los animales no encuentran comida en sus hábitats, especialmente en los años en que la lluvia ha sido escasa y los montes, pocas bayas o frutos ofrecen a estos animales omnívoros. La necesidad obliga, y si hay que moverse con toda la familia, pues adelante, ni cortos ni perezosos en tropel a la ciudad.

 Las protectoras y refugios de animales tienen trabajo. No solo atendiendo a mascotas abandonas en pisos cerrados por dejadez o defunción. Ahora tambien van a la caza y captura de ejemplares que un día cruzan la M40 y otro se pasean a sus anchas por Francos Rodríguez.

 Todo esto me recuerda a un documental que ví hace algún tiempo sobre Chernobyl y su zona de exclusión. En él una pareja de zoólogos trataba de coger muestras del Río Prípiat, buscando índices de contaminanción en las aguas más próximas al reactor accidentado. Al tiempo que las analizaban, observaban el comportamiento de los peces, que pese a estar expuestos a altos niveles de radioisótopos y a una alta concentración de cesio 137, sedimentado por siglos en el limo de las aguas, mantenían una actividad normal, como si su entorno no se hubiera alterado. Animales que en su medio acuático han aprendido a convivir con el problema y que fuera de él, pululan a su libre albedrío por esa zona de seguridad, que ahora se ha convertido en una ciudad fantasma, al tiempo que en un parque natural. 

  Pura resilencia, es más fuerte el que mejor se adapta a lo nuevo.

  En eso seguramente los animales nos lleven ventaja. Guiados por el mejor conductor que tienen cuando las circunstancias vienen mal dadas: El instinto. Ese mismo que les permite aventurarse por territorios que saben son coto humano, en cuanto detectan su ausencia. Calles que ahora son zona de paso, lugares por donde poder campar, sin temores. Espacios donde buscar, curiosear, y transitar, ahora que el depredador ha desaparecido, recluído en su madrigera de cemento y hormigón. 

  La naturaleza, esa que nos empecinamos en doblegar, aprovecha la más mínima oportunidad para ganar terreno. Y no solo con los animales transeuntes:  flores, arbustos, plantas, cualquier lugar, ya sea un descampado, ya sea una minúscula rendija entre adoquines, es buen sitio para encontrar espacio para la vida. Aunque sea efímera y dentro de unas semanas acabe cercenada por la guadaña implacable de los jardineros.

 Como si fueramos adversarios. Conflicto constante. Aunque somos parte de la naturaleza, mantenemos con ella un pulso constante, para que ganar espacio al otro. Por ahora nos toca perder, aunque sea levemente.

 Aire limpio, naturaleza viva, animales en libertad. Parece un paisaje idílico. En cambio lo es forzado. Mientras dure disfrutémoslo, aunque sea por la escasa panorámica que nos ofrezca la visión desde una ventana.









 

No hay comentarios:

Publicar un comentario