Motivación existencial

Ricón para pequeñas reflexiones ahora que las puestas de sol se ven desde los cuarenta...
por Dondo Moreno




miércoles, 15 de abril de 2020

Abuelos SL

 Es una reflexión recurrente en estos días, complicados, difíciles y viendo las estadísticas hospitalarias, aciagos. Un pensamiento que tiene tintes un tanto derrotistas, aunque según se mire, también invita a la esperanza: 

 No volveremos a ser los mismos, ni nada será igual cuando encaucemos la pandemia

 Es inevitable volver a dos mil ocho.

 En ese año aprendimos que nuestro sitema financiero, que parecía tan compacto y solvente, sobretodo para lo que somos legos en la materia, podía caerse como un castillo de naipes, seguramente gracias a su alto grado de conexión y a su pobre capacidad de reacción. El problema estaba ahí pero nadie lo vio venir, o no quiso verlo. Y como el contagio sanitario que ahora vemos en las personas, tuvo un efecto dominó en las empresas, entidades financieras, bancos, aseguradoras... Aquella crisis dejó sin trabajo durante mucho tiempo a muchas personas, a otras muchas obligó a reinventarse y necesito de ingentes esfuerzos de intervención por parte de entes públicos intergubernamentales para mantener a flote a buena parte de las economías de nuestro entorno. Y aún con todo, nadie aseguró que, al fin aquel ciclo nefasto se habiese terminado. Más bien se especulaba con cuándo volvería a producirse otro bajón que hiciera que el problema reincidiera.

 Aquella crisis sacó lo mejor de muchas personas, asistiendo y colaborando gente que no se conocía de nada, para arrimar el hombro cuando peor venían dadas, y durante muchos meses muchas familias salieron a flote gracias a ayudas desinteresadas y  a ese pequeño entramado emprendedor llamado Abuelos SL. capaz de cuidar a sus nietos a tiempo parcial, como llenar neveras para que no falte el sustento, o ayudar a pagar hipotecas para no perder la casa.

 Hoy la crisis económica es un daño colateral, es una consecuencia más de la crisis de salud que azota al planeta. Pero como en aquella, el mismo castillo de naipes se ha venido abajo, fruto de la imprevisión e incredulidad de unas entidades sanitarias que viendo el alcance del problema en China, adoptaron posiciones negacionistas con que eso mismo pudiese ocurrirnos a los demás.

 Esa capacidad de reaccíon, de interpretar los datos con sus evidencias según como vienen, que es vital para afrontar un problema, no mejora crisis tas crisis. 

Sufriremos mucho, sacaremos lo mejor de nosotros mismos, seremos por momentos más leales, más solidarios, pero, ¿Por cuánto tiempo?

 Crisis diferentes, efectos globales, incompetencias mutuas. Egoismos de siempre. Todo cambiará para que todo siga igual.

 Como ocurriera en dos mil ocho, la gente mayor a vuelto a tener un papel protagonista en esta crisis, un papel demoledor. Por miles han fallecido en residencias de ancianos, sin apenas asistencia ni cuidados, rodeados de un puñado de héroes anónimos que han hecho lo que han podido para asistirles, arriesgándo su propia salud en el intento.

 Pensar en esa imagen de verles arrinconados y abandonados a su suerte, en sus sillas de ruedas, en sus camas sin nadie que al menos les diese un poco de calor, atormenta.

 Si es verdad que no volveremos a ser los mismos después de esto, empecemos por no dejar abandonados a su suerte a quienes no nos abandonaron a nosotros cuando lo hemos necesitado, nunca.


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