Detrás de una foto siempre hay una historia.
Un recuerdo familiar, un viaje sumamente disfrutado, un acontecimiento vivido e inmortalizado. Volver a verla supone revivir momentos significativos con su cuota de emoción, de intensidad, de alegría.
Hay ocasiones en que detrás de esa foto hay algo más profundo, más intenso, más emocional. Verla supone avivar la llama, mantenerla en todo lo alto, a lomos de un sentimiento que se consolida a cada visionado.
Fotos que no son recuerdos, sino vivencias, de algo activo y vigente, que forma parte de tu vida, que es real.
Basta volver a mirar un gesto inmortalizado para echar a andar, para sentir ese ímpetu que llama al movimiento, vía directa hacia una felicidad que es una constante.
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